Laguna
Ñapique
Piura
el infierno. Gua, anda paya, chifles
Ser del norte del Perú es una bendición. Vivir en Piura
es el infierno por las temperaturas que superan los 33 grados, el solazo que
hace allá provoca que la cerveza helada sea un vaso de agua en cualquier
momento. Salud.
Aquí estamos. En Piura uno es feliz pese a la gran
tragedia por El Niño 2017, es increíble que no existan autoridades para
resolver necesidades tan básicas. Más allá de lo amargo que pueda resultar la
experiencia der observar al río tapar una ciudad, su gente es A1, maravillosa,
espectacular, amistosos, bonachones, manos abiertas; son una serie de bonitos
adjetivos.
Mi amigo de la infancia, un trujillano, se fue en busca
de un porvenir allá. Tiene un hotel, desde su terraza observas el atardecer más
caliente del Perú. Además, el ruido de aviones, parecen ahuyentar por un
momentito a los zancuditos.
A mediados de los noventa hubo una invasión de piuranos
en universidades trujillanas. Allí conocí a muy buenos compañeros y amigos que
hoy destacan como periodistas.
Ya en el trabajo y las constantes capacitaciones hizo
que conociera a más notables piuranos. Como no recordar a quien me sonrojó con
la entrega de chifles. Me abochornó por lo inesperado. Una gran amistad. De
esas que valen oro. Puede estar en silencio pero que de solo oírle hablar ya te
pone en onda. Le decimos “limoncito”.
Imposible olvidar al “divo de Bernal”, lo que más
lamento es haberme perdido su boda. Es de esos verdaderos piuranos. Su manera
de conmover cuando suelta la lengua es notable en la radio.
En una de esas interminables capacitaciones, tuvimos
contacto con la naturaleza y su gastronomía. Limoncito y el divo de Bernal, un
lujo de anfitriones. Nos fuimos a Parachique y llevamos pulpos recién sacados
de alta mar y de ahí al plato. El deleite es insuperable.
Tras superar las dunas de Sechura (el desierto más
grande del Perú) y llegar a la laguna Ñapique es imposible no emocionarse por
la naturaleza. Piura gua GUAU (wow).
La tierra de Miguel Grau, lo tiene todo. Hasta nombres sorprendentes
en sus zonas como Cristo nos Valga o
denominaciones de negocio que le hacen frente al infierno: cero grados. El trabajo también nos deja amistades intensas y muy buena
onda en Sullana.
Así es Piura, y me falta llegar a las Huaringas al
ritmo de Agua Marina y conocer el chilalo pronosticador.
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